Tener un jardín en casa es la ilusión de muchas personas, pero a la hora de la verdad, aquellos que disponen de un lugar apropiado para sembrarlo y cuidarlo se encuentran con que la tarea no es fácil; un jardín necesita de cuidados y condiciones muy especiales para que llegue a estar florido y vistoso.
En primer lugar es importante comprobar cuál es la tierra en la que vamos a trabajar y procurar que sea la adecuada. La más recomendada es la tierra preparada que es la combinación de tierra negra y abono orgánico natural. Esta tierra es suelta, la necesitan los árboles frutales y las plantas ornamentales.
Es importante tener claro el diseño del jardín antes de comenzar a plantar. Si el espacio con el que contamos es pequeño hay que sembrar las plantas en su perímetro y no todas juntas al centro.
La labor de diseño de los jardines permite aprovechar al máximo estas superficies e incluso, crear un efecto de agrandamiento, a través de la correcta utilización de todos los elementos que componen estas zonas. Además el diseño no se puede realizar sin tener en cuenta el contexto en el que el jardín se encuentra, es decir, su entorno.
El objetivo principal de cualquier diseño exterior es manejar el espacio con cualquier fin: utilitario, de recreación, de circulación, estancia, reposo, etc.
Además, dentro del hogar, el jardín refleja la personalidad del dueño de la casa o de los habitantes de la misma, convirtiéndose así en un elemento más de identificación y recreación personal.
Lo siguiente es plantar y para ello es importante, según los expertos evitar ciertos errores muy comunes como son: sembrar la planta muy hondo; amontonar tierra en exceso sobre la raíz de la planta; sembrar en zonas que tienen un drenaje pobre; plantar muy tarde, es decir, cuando la mata está seca y, por último, sembrar muy cerca de paredes o edificaciones.
Las instrucciones adecuadas para conseguir un bonito jardín empiezan por escoger la planta adecuada para las condiciones ambientales que tienes en la zona en la que quieres sembrar (sol directo, sombra parcial, etc).
Es importante sembrar la planta inmediatamente después de comprarla. A la hora de sembrar cava un hoyo aproximadamente dos veces más ancho que el nudo de la raíz y de una profundidad de unos 15 cms, aunque siempre va a depender de lo que sembremos. Se mezcla el abono con la tierra y se coloca esta mezcla en el fondo del hoyo dejando una parte para cubrir la planta al final del proceso. En este punto es importante comprobar que la raíz de la planta esté abierta.
Posteriormente, se procede a cortar y eliminar cualquier hilo o soga que esté amarrando el tallo o raíz de la planta y afloja la arpillera (tejido de yute o estopa de cáñamo, que se utiliza para cubrir la raíz).
Rellena el hueco con la mezcla de tierra. Apriétala bien para eliminar el aire, riega con agua y luego termina de llenar el hoyo. Utiliza el resto de la tierra para hacer un dique circular alrededor de la raíz para que retenga agua y riega otra vez. Debes regar la planta profundamente dos veces por semana durante su primera estación de crecimiento y una vez a la semana, de ahí en adelante.
Se puede colocar algún compuesto orgánico de trocitos de madera y sobre la raíz para evitar que crezcan las malas hierbas.
Todo esto anterior es a la hora de sembrar, pero ahí no acaba el trabajo de jardinería, lo más importante es mantener el jardín en perfecto estado y para ello se requieren unos cuidados esenciales. El principal es el riego.
Estamos en una época del año en el que las plantas consumen mucha más agua. Las altas temperaturas y su actividad de crecimiento y desarrollo hacen que sea necesario un mayor aporte de agua.
Independientemente de la época del año, es fundamental ahorrar en el riego de las plantas y para ello existen una serie de trucos y consejos que, unidos a la concienciación de todos, ayuda a reducir los efectos de la sequía.
Desde el comienzo del proceso se puede ahorrar agua, en primer lugar eligiendo plantas autóctonas de la zona, ya que están adaptadas al clima y al suelo, tienen menos necesidades hídricas y son mucho más agradecidas a la hora de la floración y el desarrollo.
Otros consejos a tener en cuenta son: evitar regar a las horas de más calor, las pérdidas son mayores por evaporación. Sin embargo por la noche las plantas y el suelo retienen más la humedad. Por supuesto comprobar que las piezas del sistema de riego funcionan correctamente, sin pérdidas. Hay que limpiar los filtros emisores, la acumulación de suciedad en ellos hace que baje la eficiencia del riego. Otro consejo que hay que seguir es dar a cada planta lo justo de agua, evitando que se formen charcos alrededor de la misma. Es preferible regar el jardín varias veces poco tiempo, que regarlo de una sola vez.
De todos los sistemas de riego existentes, el goteo es el que menos derroche de agua supone, el suelo se empapa y las pérdidas por evaporación son mínimas.
Además del riego, el jardín necesita otros cuidados como es quitar el tejido muerto de las hojas perennes, si es que hemos plantado este tipo de vegetación en nuestro jardín; sacar la mala hierba y podar de forma regular y correcta. Por ello siempre es bueno contar con los consejos de expertos que se pueden encontrar en los viveros de tu ciudad.
Por último, para acabar este artículo nombrar algunas plantas de bajo mantenimiento pero no, por ello, menos bellas para un jardín. La familia de las lilas tiene más de cien variedades y son amantes del sol. Los helechos, del que hay cientos de tipos son muy fáciles de cultivar. La familia de los rododendros son muy tolerantes al sol. Las peonías crecen en prácticamente todas partes, sin problemas, y el tejo es un árbol bonito todo el año y muy resistente a insectos y enfermedades.
