Las lluvias de abril y mayo, aunque irregulares e insuficientes, han cambiado el aspecto del campo que, sobre todo en las zonas cerealísticas y en áreas de pastos.
Las lluvias de abril y mayo, aunque
irregulares e insuficientes, han cambiado el aspecto del campo que,
sobre todo en las zonas cerealísticas de Castilla y León y de
Castilla-La Mancha y en áreas de pastos de Extremadura y Andalucía,
ofrece unos tonos verdosos pero que, sin embargo, no ocultan los
problemas que sigue teniendo el sector a consecuencia de la sequía.
En cereales serán, en concreto, las zonas castellanoleonesas y castellanomanchegas las que, previsiblemente, harán que la cosecha de
cereales de invierno-primavera no sea tan mala como se esperaba
inicialmente, tras sufrir uno de los inviernos más secos que sí ha
terminado con la de secano de Andalucía y Extremadura.
Fuentes
de las cooperativas y de las organizaciones agrarias han incidido en que las precipitaciones de abril y mayo han
beneficiado algo al campo, que necesitaba con urgencia agua, pero que el
daño ya estaba hecho, pues también la ganadería, por la falta de
pastos, ha sufrido la sequía.
Desde la Asociación Agraria
Jóvenes Agricultores (Asaja), el técnico Gregorio Juárez ha apuntado que
las lluvias han mejorado la situación en Aragón, pero que en Huesca y
Zaragoza "el daño ya está hecho" y las lluvias no han sido suficientes
como para variar las restricciones de riego en la Cuenca del Ebro.
Si que es cierto, según Juárez, que al menos en Extremadura y en
Andalucía, donde no se ha salvado nada de cereales de secano, pueden
"respirar un poco" por la recuperación de los pastos, "donde ha caído
agua", si bien "la hierba tendrá un periodo muy corto para desarrollarse
y se agostará en seguida por el calor".
En olivar y viñedo la
lluvia ha sido insuficiente para que tomen buenas reservas de agua y,
en el primero "la floración no está siendo buena", mientras que en el
segundo los viticultores, de zonas más áridas, se están "planteando
podas en verde más severas para que lo poco que se deje la viña lo pueda
desarrollar bien".
El secretario general de COAG, Miguel
Blanco, ha detallado que las últimas lluvias han beneficiado al campo y
han paliado en una parte sustancial los problemas tan graves que
arrastraba el sector por la sequía, pero que las elevadas temperaturas
están menguando sus efectos positivos.
Por ello, la
Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganderos (COAG)
mantiene el valor de las pérdidas para cereales de secano en unos mil
millones de euros y en unos 600 millones en la ganadería, porque aunque
están rebrotando pastos "son débiles y se están agostando" por el calor
de estos días.
Las lluvias han dado la oportunidad de sembrar
girasol, y la colza también se ha visto beneficiada, al igual que los
leñosos como olivar, viñedo, frutales o frutos secos, porque "tenían un
gran estrés hídrico", aunque terminará reflejándose en la cosecha, si
bien el agua ayudará a su recuperación.
El técnico de la Unión
de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) Javier Alejandre ha incidido
en que el "agua es muy verde" y ha cambiado el aspecto de "Madrid para
arriba" y "notablemente los forrajes en Galicia", sin embargo, de
"Madrid para abajo los pastos han reverdecido, pero se agostarán
enseguida".
El agua "esperada y deseada" ha llegado "tarde, o
muy tarde", como en Extremadura y Andalucía o en algunas áreas de Aragón
y Castilla-La Mancha, y la realidad sigue siendo muy difícil y
complicada para el sector, porque los cereales van con retraso y están
más expuestos al clima y hay mayores riesgos de merma de productividad,
ha explicado.
Además, el olivar, ya en plena floración, ha
sufrido los efectos del golpe de calor de la semana pasada, que afectará
a su cuajado, mientras que algunas viñas de La Mancha, que estaban
brotando, también han acusado las temperaturas extremas.
"Las
plantas han empezado débiles su ciclo vegetativo y cualquier adversidad
climática les afecta muchísimo más" y esta campaña han empezado
sufriendo heladas, además de los estragos de una prolongada sequía
invernal, que es cuando toman las reservas hídricas; las plantas cuando
están fuertes soportan mejor cualquier circunstancia adversa, según
Alejandre.