Esta organización agraria recuerda que los productores quieren mantener la actividad, pero se ven desincentivados por una industria que cada vez aplica más descuentos y reconoce menos polarización, y una administración que se retrasa en el pago de los complementos al precio.
La
Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos,
COAG Andalucía, advierte que los remolacheros están cada vez más desanimados
ante la progresiva complicación de las circunstancias en que producen. Así, en las
últimas semanas se viene detectando una tendencia de la industria a incrementar
los descuentos (tierra, hojas y otras impurezas que acompañan a la remolacha
recolectada) y a reducir la polarización de las entregas en fábrica, todo lo
cual supone reducir aún más los ingresos del agricultor. Al mismo tiempo, esta
organización agraria denuncia que los complementos al precio que los remolacheros
reciben de la
Administración (ayudas agroambientales, pago por calidad y
otras ayudas acopladas a la producción) se cobran tarde y mal, por lo que
tampoco contribuyen a incentivar al sector.
Ante esta situación, y aunque los productores
quieren mantener la actividad, hay muchos que se plantean abandonar el cultivo,
ante la cada vez menor rentabilidad obtenida. COAG recuerda que la aplicación de la reforma de la OCM de 2006 provocó un déficit
estructural de azúcar en la UE
y en el mercado mundial. Esta reforma supuso para Andalucía dejar de producir
288.000 t de azúcar, (80% de la producción anterior), el cierre de 4 fábricas y
la pérdida de 25.000
hectáreas y de más de 1.000 remolacheros, además de
miles de empleos directos e indirectos. De ese modo, el sector ha visto cómo el
valor de su producción ha pasado de 102,64 M€ a 36,21 M€, según los últimos
datos oficiales. Además, España se ve obligada a importar azúcar para cubrir
sus necesidades anuales de consumo, ya que la cuota es de 498.480 toneladas y
se consumen más de 1,3 millones.
Se
pone así de manifiesto que la actual política agraria conduce al
desmantelamiento de los sectores productivos, provocando la pérdida de la
soberanía alimentaria y, por tanto, la dependencia de las importaciones. Un
ejemplo claro de las consecuencias de esta política lo encontramos en Portugal,
donde una cartilla de racionamiento ha limitado la cantidad de azúcar que se podía
comprar. Igualmente, en España, hemos tenido desabastecimiento de azúcar en
épocas concretas, como en la pasada Navidad, cuando se incrementó considerablemente
la demanda.
Por
todo ello, COAG insta a la industria y a la Administración a
que tomen conciencia de la difícil situación del sector y manifiesten su voluntad
clara de contribuir a la continuidad de la actividad, máxime cuando en esta
campaña los remolacheros han optado por producir por encima de la cuota para
paliar el déficit de stocks que hay en el mercado. De la rentabilidad de esta
campaña depende en gran medida el futuro del sector. En opinión del responsable
de remolacha de COAG-A, José Antonio García, es más rentable social y
económicamente mantener un cultivo con remuneración justa para el agricultor
que dejar sin empleo a las 1.300 familias que viven del sector y que se pierdan
los casi 180.000 jornales que genera, algo que además conllevaría que los
consumidores paguen el doble o el triple por el azúcar. Sin embargo, parece que
hay una estrategia de British Sugar para obligar al abandono, así que la Administración
tiene que tomar cartas en el asunto.