Las 56 medidas cerradas se centraron también en el refuerzo y el desarrollo de instrumentos de gestión de riesgos.
Los países del G20 acordaron un
concreto y ambicioso plan de acción contra la volatilidad de los
precios de los productos agrícolas, en el que se subrayó la necesidad
de aumentar la producción y la cooperación y transparencia en el
mercado.
Las 56 medidas cerradas se centraron también en el
refuerzo y el desarrollo de instrumentos de gestión de riesgos para los
gobiernos, las empresas privadas y los agricultores, así como en la
mejora del funcionamiento de los mercados de materias primas.
El ministro de Agricultura de Francia, Bruno Le Maire, cuyo país
ostenta la presidencia de turno del G20, fue el encargado de presentar
en conferencia de prensa el acuerdo, calificado de histórico y que va
acompañado de un programa de seguimiento para garantizar su
cumplimiento.
No se precisó la cifra necesaria de aumento de la
producción, pero el documento recuerda que para alimentar a una
población que se espera que para 2050 supere los 9.000 millones de
personas, se calcula que la producción agrícola debería elevarse un 70
por ciento en el mismo periodo, porcentaje que en el caso de los países
en desarrollo llega al 100 por cien.
Para Le Maire, se trata de
un plan que lanza un mensaje de optimismo y sienta las bases de "una
nueva agricultura", solidaria, sostenible, y con los mercados regulados.
Entre los puntos más alabados, la decisión de crear una base de datos
internacional sobre la producción, el consumo y la reserva de materias
primas, llamado AMIS, que tendrá su sede en la Organización de la ONU
para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y que mantendrá su primera
reunión el próximo septiembre.
Con ella, en caso de que llegue
a ser utilizada con todo su potencial, se espera que se mitigue dicha
volatilidad y que se reduzcan la emisión de señales que distorsionan la
situación real del mercado, al promover una mayor entendimiento de la
producción y de la información sobre los precios.
Las naciones
del G20 destacaron también que la apertura y el buen funcionamiento de
los mercados es fundamental para permitir mayores inversiones en el
sector, y mostraron su oposición al establecimiento de barreras a la
exportación.
En concreto, hicieron hincapié en que las barreras
que restringen la exportación de ayuda humanitaria afecta "a los más
necesitados", y acordaron la eliminación de ese tipo de prohibiciones
para los alimentos dirigidos con fines humanitarios.
Para
reducir los efectos de la volatilidad de los precios en la población
más vulnerable, se instó a bancos de desarrollo y agencias a establecer
un mecanismo de gestión de riesgos para coordinarse en situaciones de
crisis y promover el intercambio de información en el menor tiempo
posible.
Y en cuanto a la regulación financiera, uno de los
puntos más conflictivos del borrador con el que se trabajaba, se
reconoció que la transparencia y una regulación adecuada de los
mercados financieros agrícolas es clave para el buen funcionamiento
físico de los mercados físicos.
Por ello, se instó a los
ministros de Finanzas del G20 y a los gobernadores de los Bancos
Centrales a tomar las decisiones adecuadas para la supervisión y
regulación de los mismos, y se comprometieron a controlar e informar
regularmente sobre los progresos logrados en este punto y en el resto
de los incluidos en el plan.
Para el secretario estadounidense
de Agricultura, Tom Vilsack, se trata de un programa "histórico"
alcanzado por consenso, que aunque solo sea tan bueno como las acciones
que se emprendan para afrontar los desafíos de la seguridad
alimentaria, refleja una cooperación que supone un "logro
significativo" para los cerca de 1.000 millones de personas que se
pelean cada día contra el hambre.