El consumo habitual de esta leche en individuos con anemia por deficiencia de hierro mejora su recuperación.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Granada ha demostrado
que la leche de cabra es un alimento con beneficiosas características
nutricionales que ayudan a mejorar el estado de salud, por lo que puede
considerarse un alimento "funcional".
El consumo habitual de
esta leche en individuos con anemia por deficiencia de hierro mejora su
recuperación, ya que potencia la utilización nutritiva de hierro y la
eficacia de regeneración de la hemoglobina, al minimizar las
interacciones entre calcio y hierro.
Por otra parte, protege la
estabilidad del ADN, incluso en situaciones de sobrecarga de hierro,
derivadas de tratamientos prolongados con este mineral, para paliar la
anemia.
Los científicos de la UGR, del Departamento de
Fisiología e Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos "José
Matáix", que coordina la profesora Margarita Sánchez Campos, han
comprobado que la leche de cabra contiene muchos nutrientes que la
hacen comparable a la leche materna, como ocurre con la caseína.
La leche de cabra contiene menos caseína del tipo alfa 1 como sucede en
la leche de mujer, que son las responsables de la mayoría de las
alergias a la leche de vaca.
Además, otro aspecto beneficioso
guarda relación con la cantidad y naturaleza de sus oligosacáridos,
puesto que presenta más de composición parecida a los de la leche
materna.
Estos compuestos llegan al intestino grueso sin
digerir y actúan como prebióticos, es decir ayudan al desarrollo de una
flora probiótica que compite con la flora bacteriana patógena,
eliminándola.
Al mismo tiempo, la leche de cabra contiene una
menor proporción de lactosa que la de vaca, aproximadamente un 1 por
ciento menos, pero al tener mayor digestibilidad puede ser tolerada por
algunos individuos con intolerancia a este azúcar de la leche.
Por muchas de estas razones, los científicos consideran que la leche de
cabra puede considerarse un alimento natural funcional y que debe
potenciarse su consumo habitual o el de sus derivados entre la
población en general y, especialmente, entre todas aquellas personas
que presenten alergia, intolerancia a la leche de vaca, problemas de
malabsorción, colesterol elevado o anemia.