La inspección de la Junta descubre que se etiqueta producto de menor calidad.
La Junta de Andalucía llevaba meses intuyendo que en los precios
llamativamente bajos que ofertan algunas marcas de aceite de oliva
virgen había gato encerrado. En mayo encargó una inspección del
etiquetado del aceite que se vende en 25 establecimientos de Jaén y en
otros 25 de Córdoba, y los primeros resultados confirman las sospechas.
La Dirección General de Consumo de la Consejería de Salud ha detectado
fraude en la mitad de las inspecciones realizadas en pequeñas y grandes
superficies de Jaén, la principal productora del país.
La campaña aún no está cerrada, pero fuentes de la Administración
andaluza señalan que los resultados preliminares constatan que de las
25 muestras analizadas en Jaén los laboratorios de la Consejería de
Agricultura han encontrado irregularidades en el etiquetado de 14,
puesto que se estaba vendiendo como aceite de oliva virgen extra -el de
máxima calidad- otro de menor valor. En 10 casos, el aceite que se
distribuía era virgen y en otros cuatro se trataba de un aceite de peor
calidad.
Las inspecciones se han realizado en tiendas de
alimentación, medianas y grandes superficies y en establecimientos
especializados en la venta de aceite. En los laboratorios de la
Consejería de Agricultura se han analizado las características químicas
de los aceites, como la acidez o el perfil de ácidos grasos y se ha
comprobado si el contenido de los envases se correspondía con el del
producto anunciado en la etiqueta. Las sanciones para los casos en los
que la categoría del aceite no coincidía con la publicitada oscilan
entre los 5.001 y 30.000 euros. En cualquier caso, hasta que no
finalice la campaña de inspección y se hagan nuevos análisis de
contraste no se abrirán los expedientes a las empresas infractoras.
El
alto porcentaje de fraude detectado ha sorprendido tanto a la Junta
como a las organizaciones agrarias. Y es que en los dos años
anteriores, solo el 5% de las inspecciones dio como resultado algún
tipo de irregularidad en materia de Consumo, por fraude en la
clasificación de los aceites y por deficiencias en el etiquetado. El
último caso conocido se destapó en febrero de este año por fraude en el
etiquetado del aceite de oliva virgen extra Auchan, la marca blanca de
Alcampo. La Junta abrió un expediente y ha propuesto una sanción de
22.000 euros.
"Estamos ante un delito de publicidad engañosa y un
presunto fraude a los consumidores", señaló Agustín Rodríguez,
secretario regional de UPA, organización que el pasado verano denunció
a una superficie comercial. Andalucía producirá en la próxima campaña
más de un millón de toneladas de aceite de oliva, lo que supone el 80%
de toda la producción nacional. La provincia de Jaén acapara el 50% de
la producción andaluza. Aunque en este tipo de irregularidades no
existe riesgo para la salud pública, sí que hay un perjuicio claro para
los consumidores, que compran aceite de oliva virgen pensando que es de
la máxima calidad y se llevan otro de inferior gama. Las diferencias
entre el precio del virgen extra y el de oliva virgen supera los 20
céntimos el kilo.
Para intentar acabar con la confusión entre los
consumidores, la Comisión de Medio Ambiente, Agricultura, y Pesca del
Congreso de los Diputados acaba de aprobar, por unanimidad, una
iniciativa en la que se insta al Gobierno a impulsar en la UE la
aprobación de una norma que obligue a que todo el aceite presentado en
bares y restaurantes sea en botella con tapón irrellenable y con un
etiquetado específico, para que los consumidores puedan identificar la
calidad del contenido.
La medida haría desaparecer las actuales
aceiteras rellenables. "Hemos comprobado que esas aceiteras que sirven
de presentación, contienen aceites, que o bien no son de oliva, ni de
adecuada calidad, o responden a mezclas, y por tanto degradan el buen
nombre de los aceites que producimos", señaló el diputado Alejandro
Alonso, portavoz de la Comisión de Agricultura.