Un estudio de COAG revela que la ratio entre los precios percibidos y los pagados por agricultores y ganaderos presenta una preocupante tendencia a la baja.
Con el aumento de las
temperaturas vuelven a dispararse los márgenes comerciales. El termómetro sube
y también lo hacen las diferencias de precio entre el productor y el
consumidor. La evolución semestral del Índice de Precios en Origen y Destino de
los alimentos (IPOD), elaborado mensualmente por la Coordinadora de
Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y las organizaciones de
consumidores, UCE y CEACCU, refleja que, si bien en el primer trimestre del año
hubo una cierta contención de los márgenes
comerciales, el segundo trimestre culmina en el pasado mes de junio con un
diferencial de casi un 450% del campo a la mesa.
Paradójicamente,
los productos de temporada como la sandía o el melón, que por los menores
costes de transporte y almacenaje deberían ser más baratos, disparan su precio
al ciudadano (hasta casi el 1.000% en el caso de la sandía) mientras los agricultores reciben una
remuneración que apenas les permite cubrir los costes de producción. De hecho,
según un estudio de COAG, la ratio entre los precios percibidos y los pagados
por agricultores y ganaderos presenta una preocupante tendencia a la baja,
pasando por uno de los peores momentos de los últimos veinte años. En palabras
de Miguel López: Estamos viviendo una autoexplotación de nuestras familias,
aguantando una situación de crisis estructural por no perder un patrimonio que
hemos tardado años en conseguir. Pero el momento es tan delicado que nos
tememos una quiebra en el sistema productivo.
El
secretario general de COAG ha explicado que la guerra comercial ha provocado
que hasta ahora se contengan los márgenes comerciales, a pesar de que los
precios en origen estaban hundidos, pero la llegada del calor ha hecho que los
precios en destino vuelvan a crecer, en algunos casos de forma desorbitada,
como ocurre con la sandía. Están destrozando los productos de temporada para
hacer caja, ha añadido López.
Por
su parte, el presidente de la
Unión de Consumidores de Andalucía, Juan Moreno, ha declarado
que no estamos dispuestos a que la alimentación sea objeto de especulación.
Moreno ha puesto de manifiesto el brutal incremento que sufren los precios
desde el campo a la mesa: Si permitimos que toda la cadena especulativa meta
la mano en la renta agraria y en el bolsillo del consumidor, algo tan básico
como una ensalada se incrementa en un 600%. Por eso, ha añadido, el clamor de
la sociedad civil es que alguien ponga freno a la especulación.
En
ese sentido, Miguel López ha denunciado que están despreciando nuestras
producciones y nuestros empleos, y las instituciones nos vuelven la espalda.
Hacen falta medidas urgentes, porque el mercado no regula, sino que especula, y
la alimentación no puede ser prisionera de ese juego. Igualmente, ha recordado
cómo hay países europeos que han convertido ciertos sectores productivos en
estratégicos. Es el caso del azúcar o
el cereal. ¿Por qué no hacemos lo mismo en España con los tomates, los
pimientos, el aceite, el vino y todos los demás cultivos mediterráneos?.
López
también ha explicado que la presidencia española de la UE ha sido una oportunidad
perdida y que ha sido decepcionante, a pesar de que la agricultura se
mencione como un sector estratégico: Ya no estamos para pronunciamientos
políticos, sino para que se publiquen normas. Necesitamos unos precios que
conformen rentas dignas. Si no, está en
riesgo el sistema productivo, y entraremos en dependencia exterior en
algo tan serio como la alimentación. En ese sentido, ha reclamado que el
sector agrario tenga un carácter excepcional en cuanto a las normas de
competencia, para poder hablar de precios mínimos sin ser sancionados. Asimismo,
López ha explicado que es necesario contar con interprofesionales fuertes, con
capacidad de negociación colectiva, en las que todos, también los consumidores,
podamos sentarnos.