Por fin, - y nunca mejor dicho,- se agarra el toro por los cuernos y se dictaminan a golpe de "decretazo", - ésta vez súper justificado,- nuevos controles administrativos para la maltrecha e injustamente depreciada alimentación animal. In extremis todo vale, sobre todo cuando se intenta, a toda costa, evitar problemas tan sangrantes como la EEB o como las dioxinas, los que otrora no eran cuestiones primordiales a tener en cuenta.