Los centros de venta afrontan una escasez del 30% de la oferta de huevos, debido a la directiva de Bienestar Animal que obliga a dotar de mayor espacio a las jaulas de estas aves.
Supermercados, pastelerías y restaurantes
españoles afrontan una escasez del 30 % de la oferta de huevos, debido a
que el parque de gallinas ponedoras se ha reducido fuertemente desde
2004 por la directiva de Bienestar Animal que obliga a dotar de mayor
espacio a las jaulas de estas aves.
España, segundo exportador
de huevos en la Unión Europea (UE) por detrás de Holanda, no es el
único país afectado; se estima que los productores europeos han
recortado su producción entre un 10 y 12 % en los últimos meses.
Esa falta de huevos no es debida a una mortalidad inusual en las
granjas, ni a un cambio en los gustos de los consumidores o a que los
productores hayan buscado negocios más rentables.
La cuestión
es que muchos avicultores, al adaptarse a la nueva normativa, han tenido
que ajustar el número de gallinas a la densidad que ahora deben tener
en las jaulas para cumplir con la legislación.
Como resultado
de la aplicación de la directiva de Bienestar Animal -que entró en vigor
el 1 de enero, y sobre la que voces reputadas de la industria detallan
sus efectos y hablan del "gimnasio" de las gallinas- el parque español
se ha reducido un 23 %, al pasar de los 52 millones de ponedoras de
2004, su año récord, a los 40 millones en los que se cifra en los
primeros meses de 2012.
En la práctica, esta normativa
comunitaria ha obligado al sector nacional -que produjo el pasado año
820.000 toneladas de huevo en cáscara, un 11,25 % menos que en 2004- a
realizar inversiones superiores a los 600 millones de euros.
Producir huevos bajo esta normativa ha supuesto a los avicultores
españoles incurrir, además, en unos sobrecostes de entre el 15 y el 20 %
por docena de huevos.
La directiva exige, entre otras medidas, dar más espacio a las gallinas en las jaulas para que la densidad sea un 36 % menor.
Los productores han tenido que planificar su nueva dimensión y
algunos han realizado cuantiosas inversiones de adaptación y de nuevas
instalaciones para mantener su cuota de mercado, como ha sido el caso de
Dagu, una de las principales empresas del sector avícola español.
Otros, aunque sí han hecho las inversiones para adaptar sus
instalaciones a la normativa, no han podido afrontar los costes que les
supondría construir las nuevas granjas que necesitaría para mantener la
cuota de mercado con la que contaban antes de la aplicación de la
directiva.
Y muchas granjas han tenido que echar el cierre, ya
que como explica el consejero delegado y director general de
Dagu, Juan Gigante, "con el mal balance de las empresas en los años 2010
y 2011 y con la restricción de los créditos es difícil que el sector
haya podido acometer una reconversión a tiempo".
"Es cierto
que el bienestar animal tiene un coste, y eso hay que sufragarlo todos,
no sólo el avicultor o el industrial, sino también el consumidor",
afirma Óscar Hernández, presidente de Inovo, que representa un sector
que produce 110.000 toneladas de ovoproducto y 5.500 toneladas de huevo
cocido, en polvo y otros derivados.
En este sentido, en la
lonja de Lleida de Bellpuig, donde cada semana se cruzan oferta y
demanda y se establecen los precios en origen de referencia para
realizar grandes transacciones, el precio de una docena de huevos en las
once primeras semanas del año ha subido entre un 22,78 % y un 43,22 %,
según tamaño.
En lo que va de año, la cesta de la compra ya
empieza a notarlo, aunque la subida en lonjas no se ha trasladado
íntegramente al consumidor, ya que la distribución negocia los precios
con los productores de forma mensual y trimestral, y no está aplicando
en el precio final del huevo la subida total de la cotización en origen.
Los españoles comenzaron el año ya pagando los huevos un 2 % más
caros que en diciembre, y en febrero subieron un 1,4 %, según datos del
Índice de Precios al Consumo (IPC).
Aunque a corto plazo
podría pensarse que este repunte de los precios podría ser "Eldorado" de
los productores de huevos, estos son conscientes del problema que se
les viene encima.
España es uno de los primeros países
exportadores comunitarios, con cerca de 130.000 toneladas vendidas a
países de la Unión Europea (UE) en 2011, como Francia, Alemania, Italia,
Portugal y Reino Unido, pero los niveles actuales de producción
nacional y del resto de países europeos no dan para abastecer ni la
demanda interna, ni la exportación.
El sector alerta, por
ello, del peligro de una entrada masiva de huevos para industria y
ovoproducto procedente de países terceros, como Estados Unidos o Brasil,
que en la práctica serían más baratos al no aplicárseles la exigencia
de producción de acuerdo con las normas de bienestar animal de la UE.
Hernández ha apuntado que están faltando huevos en algunos canales, "en la industria y seguro que también en otros sitios".
Fuentes del sector consultadas ha reconocido que habrá
que esperar unos meses para ver cómo encajan todas las piezas y cómo
respiran todos los eslabones de la cadena agroalimentaria.
A
partir de julio, en la Unión Europea no se podrá producir ni un solo
huevo en granjas que no estén adaptadas a la nueva normativa; sólo
entonces se sabrá en qué situación real se queda el mercado comunitario y
qué futuro tendrá el sector de avicultura de puesta, especialmente el
español, que tiene en la exportación uno de los grandes aliados para
garantizar su futuro.