Se ha descartado que exista riesgo alimentario por el consumo de carne de caza, ya que el riesgo toxicológico por plomo derivado de su ingesta es "tolerable".
Un grupo de investigadores pertenecientes al
Campus de Excelencia Internacional Agroalimentaria (ceiA3) [1] han
descartado que exista riesgo alimentario por el consumo de carne de
caza, ya que el riesgo toxicológico por plomo derivado de su ingesta es
"tolerable".
Los estudios realizados por este grupo tenían
como objetivo determinar la cantidad de metales pesados presentes en la
carne y vísceras de las principales especies de caza (mayor y menor) y
realizar una estimación del riesgo alimentario en la población por
ingesta de metales pesados, especialmente plomo y cadmio, según ha
informado el ceiA3 -que aglutina a las universidades de Córdoba, Huelva,
Jaén y Almería-.
A raíz de estos estudios
han podido confirmar un consumo significativamente mayor en la población
de cazadores, entre los que es muy frecuente el autoabastecimiento o el
autoconsumo, frente a los no cazadores.
Otro aspecto que
resaltan es que la mayoría de la caza mayor suele ser inspeccionada por
los Servicios Veterinarios Oficiales mientras que la caza menor, al
tener más autoconsumo, apenas es controlada sanitariamente.
Los niveles de plomo encontrados en estos estudios, menores de 1,5
mg/Kg, se encuentran por debajo de los indicados por el Informe de la
EFSA (European Food Safety Authority), que considera razonablemente
seguros 3 mg/Kg, por lo que la población no cazadora (que mantiene un
consumo de carne de caza más bajo que la población cazadora) tendría un
aporte menor del 1 por ciento de la Ingesta Semanal Tolerable
Provisional (PTWI) establecida por la Organización Mundial de la Salud
(OMS).
Los niveles de exposición fueron algo más elevados en
la población cazadora, pero sólo en casos excepcionales
(fundamentalmente cuando se consume muy asiduamente carne de jabalí) y
con una muy baja probabilidad de ocurrencia (inferiores al 4 por mil),
estos valores superaron los niveles recomendado por la OMS.
En
el caso de la caza menor la evaluación del riesgo alimentario de la
carne y las vísceras de conejo y perdiz indica que "pueden considerarse
alimentos razonablemente seguros en cuanto a su aporte de metales
pesados".
Teniendo en cuenta estos resultados, los
investigadores entienden que el consumo de carne de caza debería
potenciarse en España, ya que se trata de un producto natural, en
general sanitariamente seguro, y con un elevado valor gastronómico,
bromatológico y nutricional.